lunes, 5 de diciembre de 2011

Una imagen, una historia 1


 
   Esta imagen la tome en mi viaje en Goleta a Ibiza, levando anclas pasada la media noche desde el puerto de Vinaroz. Fue uno de mis grandes momentos en la vida, de esos que se quedan grabados por encima de cualquier otro. De esos que hasta que no vives uno no entiendes realmente la diferencia entre el recuerdo y la nostalgia. Esta travesía surcara en más ocasiones este blog. Habrá mas ocasiones para abordarla y no es lo que he venido a contaros hoy.

   Vengo a hablaros de este hombre, J. Mirando al horizonte, como distante de este cielo, mar y barco. Distante del mundo. J era un hombre pudiente y le encantaba prodigarlo a los cuatro vientos. Solía llevar una cadena de oro al cuello, quizás con una cruz si la memoria no me traiciona.  Era un hombre, y permítanme que continúe en pasado por que ya hace tiempo que no se de el, jovial y amable al que no preste especial interés, menos que en general al resto de la tripulación. Mi desinterés estaba motivado por esa absoluta necesidad suya de contar lo bien que estuvo en ese crucero, sus grandes batallitas a todo lujo a las que parecía aferrarse como si ese fuese el verdadero sentido de la vida. Mi mente se distanciaba rápidamente de la historia y mis pies me conducían hacia otra persona que me aportase algo más sustancioso.

   Solía, en mis andanzas por el barco, verle a veces distante y bucólico, mirando al mar, como le veis aquí. Fue en uno de estos momentos en los que retrate la forma, en esta fotografía, y me interese por el fondo. Poco me costo conseguir la información deseada. ¿No veis a J a veces muy distante? pregunte. La respuesta Fue abrumadora:

   "A J lo han apuntado a este viaje sus hijas. El la verdad no quería venir. Le han obligado por que estaba triste en casa sin salir a ningún lado. Su mujer murió hace poco."

   Va por él este "una imagen, una historia". Por que todos sufrimos los mismos males. Por que todos tenemos fondo por muy "superficial" que sea nuestra máscara. Por que prejuzgarlo me dolió, pero no tanto como a el le dolía el alma en ese instante que inmortalice sin que el lo supiera, haciendo si cabe mas eterna la agonía que sentía. Va por ti J.

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